Francesca Woodman

Francesca Woodman

Nació en Denver, Colorado un 3 de Abril de 1958 y murió al saltar por una ventana del Lower East Side de Manhattan el 19 de Enero de 1981 con apenas 23 años de edad. Antes de suicidarse, en una carta a un amigo de la escuela de Sloan Rankin, escribía las siguientes palabras: “Mi vida en este punto es como un sedimento muy viejo en una taza de café y preferiría morir joven dejando varias realizaciones… en vez de ir borrando atropelladamente todas estas cosas delicadas…”.
Nace en el seno de una familia de artistas. Su padre era fotógrafo y su madre una reconocida ceramista. Ambos gestionan un archivo de más de 800 imágenes de las cuales solo 120 han sido expuestas o publicadas. De ellos obtendría también Francesca sus primeras influencia hacia el arte que ella conceptualizaría no solo como un modo de vivir, sino más bien como un modo de pensar. Si bien sus imágenes revelan una fascinación estética por la muerte y la decadencia, materializada en casas decrépitas, flores secas y paredes desconchadas, sus imágenes no sólo se mantienen ajenas a la desesperación que precede un suicidio, sino que rezuman vitalidad, energía, poder y ansia de experimentación. Casi nunca enseña el rostro y experimenta con su cuerpo desnudo. A veces se mira con los ojos de una mujer y otras con el deseo de un hombre, pero nunca soporta estar fuera del encuadre.

Su obra consiste, mayoritariamente, en retratos de mujeres en blanco y negro, siendo ella misma la modelo en muchas ocasiones. El cuerpo es uno de los temas centrales de su fotografía; las figuras humanas aparecen borrosas, perdidas en la sombra, parecen formar parte de las salas invadidas por el deterioro. Femeninas, sensuales, intensas, a veces dramáticas, pero nunca desesperadas. Así, la mayoría de las imágenes de Francesca parecen tejer un mundo deliberadamente enigmático que le ha valido, junto con una turbulenta estancia en Roma y el epílogo del suicidio, también una fama de fotógrafa con aura maldita.
Extraído de uno de los nuestros.

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